jueves, 14 de febrero de 2008

Música

La música me envuelve y me lleva de viaje, hacia lugares que no conozco y que existen solamente en mi cabeza. Pensamientos de otra persona se mezclan con los míos, regando un jardín de sentimientos. Amanece y anochece al mismo tiempo y no me resulta extraño. Y me encuentro y me pierdo. Más palabras, más notas. El pasado que viene en olas, y un océano de posibilidades que encierra el futuro, incierto, difuso. La forma de una mujer que se dibuja en mi mente, iluminado de luna, lleno de noches sin dormir, de respiración agitada, de caricias sobre la espalda, de abrazos tiernos y fuertes, de besos hormiga, de cansancio que no importa, del tiempo roto.
Caracoles en la playa de mi imaginación, pequeños recuerdos que juntos hacen mi vida; mi primer beso - el río y el viento…los nervios. Primer amor, la primera vez que sentí un temblor en todo el cuerpo, viniendo desde adentro; todas aquellas primeras cosas mágicas que viví, todo el néctar que pude sacar de la vida hasta ahora; todas aquellas cosas perdidas y ganadas, los no y los sí, las dudas, los miedos, los cafés, los mates, las cervezas, las miradas, los gestos, los movimientos, las lágrimas de risa, las otras, las conexiones, las malas comunicaciones, las malas notas y la buena música. El corazón que se hace grande, que late fuerte, que no descansa, que no se achica, que se hace esponja y absorbe todo cuanto escucho, veo, siento y sienten los que están alrededor mío, los que conozco, los que me cruzo. Y lo guardo y aprendo y lo comparto en palabras, en ideas, en más música que retroalimentará el corazón, la cabeza y la imaginación de otros, sin importar lo que yo hable, piense o sienta.