Entre las cosas pendientes por hacer antes de que terminara el año quedaba mi columna para esta Contracrítica.
Decir que fue fácil sentarme a escribir estas líneas sería mentira. No solamente por el ajetreo típico de esta época. Otro año más que pasó, que nos dejó atrás. Algunas personas se preparan para irse de vacaciones, otras simplemente disfrutarán de los feriados correspondientes a la Navidad y al Año Nuevo y volverán al trabajo habitual quién sabe hasta cuándo.
La dificultad para escribir algo no sólo radica en la falta de tiempo, sino, más bien, en el tema. Muchos pensamientos, muchas ideas, pero poquísimas palabras salen de los dedos. Ninguna acerca de nuestra bendita ciudad.
Creo que en lo que más pensé en este último tiempo es en la felicidad y la dificultad que tenemos para encontrarla. La felicidad resulta, muchas veces, inalcanzable. A veces, da la impresión que nos hace falta algo y ese “algo” no se deja hallar. Para algunos es el amor; para otros, el dinero o el poder; para otros, un plato de comida. En sí, qué es la felicidad depende de la perspectiva y de la persona que mire.
Sin embargo, siempre nos va a faltar algo, siempre va a haber algo que deseamos tener y no tenemos, aunque otros piensen que lo tenemos todo. A veces la vida nos da un cachetazo, para recordarnos qué tiene sentido, qué tiene valor. Y es ahí cuando muchas veces nos arrepentimos y pensamos “si tan sólo…”. Pero cuando llegamos a esa instancia, seguramente será tarde.
Para mí, la felicidad se encuentra en las cosas cotidianas de nuestra vida, en las personas, en el amor que sentimos y tenemos hoy. No tiene mucho sentido pensar en la felicidad futura si somos incapaces de disfrutar y valorar lo que tenemos y somos hoy. Creo que sería importante que dejáramos de valorar la vida solamente cuando ésta se ve amenazada. Desacostumbrémonos a las cosas y personas que nos rodean todos los días y las apreciaremos más. Focalicémonos en las cosas que realmente valen la pena y démosle a la vida el lugar que merece. Somos frágiles, somos mortales.
Por todo esto, amemos hoy. Digamos “te quiero”, hoy. Besemos hoy. Perdonemos hoy. Escuchemos hoy. Disfrutemos la vida hoy. Preocupémonos un poco más por lo que somos que en lo que tenemos, hoy…
Mañana es una promesa.
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